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lunes, 6 de febrero de 2012

El asedio de Siracusa y la muerte de Arquimides

De acuerdo con los escritos de Plutarco, el matemático falleció en 312 a.C, cuando los ejércitos romanos al mando del político y militar Marco Claudio Marcelo asediaron la ciudad de Siracusa durante la II guerra Púnica.
Marcelo ordenó a sus tropas saquear la ciudad, pero les advirtió explícitamente que no mataran al filosofo Arquimides.
Sin embargo, el destino hizo que un legionario, que no conocía al sabio, llegara a un jardín donde se encontraba un loco estudiando unos símbolos trazados en la arena.
Cuando se aproximó a su dibujo, el sabio exclamó -" !No me pises las figuras!"-.
A continuación, el soldado atravesó el corazón de Arquimides con su espada por su insolencia.
Asesinato de Arquimides 
Situado siempre a medio camino entre la especulación teórica y la realización práctica de sus experimentos, Arquímedes se nos dibuja como una mezcla entre el típico profesor despistado y el científico comprometido, algo a lo que contribuye la leyenda que se tejió en torno a su figura desde el mundo antiguo. Para ello no hay más que acudir a su labor en la defensa de su ciudad natal, Siracusa, frente a los romanos en el 212 a.n.e. Logró diseñar gigantescos lanzadores de piedra de doble brazo que arrojaban proyectiles de enorme peso a una distancia inusitada, y él mismo, con sus cálculos, supervisó la disposición de la maquinaria defensiva para optimizar su rango de ataque. Además, diseñó ingenios para hacer frente a la flota romana, como curiosos aparatos capaces de dejar caer sobre los incautos barcos enormes cantos rodados y vigas que los aplastaban. No obstante, son falsos otros inventos atribuidos a él, como la mano de hierro con la que podía levantar barcos de hasta cien toneladas o los espejos o escudos con los que se podía prender fuego a los barcos concentrando la luz solar. Sin embargo, todo fue en vano, y Siracusa cayó finalmente en poder de los romanos. 
Historiadores como Polibio o Tito Livio atribuyeron muchas de las bajas romanas a estas máquinas, así como a catapultas también diseñadas por Arquímedes. Polibio narra que la intervención de Arquímedes en el ataque romano a Siracusa fue decisivo, hasta el punto de que desbarató la esperanza romana de tomar la ciudad por asalto, teniendo que modificar su estrategia y pasar al asedio de larga duración, situación que duró ocho meses, hasta la caída definitiva de la ciudad.
Supuesto diseño de la mano de hierro

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