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martes, 16 de julio de 2013

LA LEYENDA TEMPLARIA DE LA ISLA COELLEIRA

En esta pequeña isla situada en la entrada de la ría existió en la antigüedad el monasterio de San Miguel de la Coelleira y sus monjes se trasladaban a la villa de Viveiro (Lugo) en barcas de cuero para decir misa en la capilla que sirvió después de primera iglesia a los frailes franciscanos.
Isla Coelleira

Este monasterio pudo ser fundado a principios del siglo V por el Obispo Consencio, otros historiadores apuntan que se pudo fundar en el reinado de Leovigildo (573-586), durante la vil persecución contra los cristianos; así, varios monjes de San Claudio de León pudieron salvarse y erigieron casas de religiosos en diferentes islas del territorio gallego.

En el siglo XI aparecen documentos de una donación que Vimara Menéndez hizo en 1095 al monasterio de San Miguel de Quonicularia (actual Coelleira), en la que le donó la tercera parte de la iglesia de San Julián de Loiva, haciendo de intermediario el obispo Gonzalo.
En esa época el Monasterio no tenía carácter monumental y carecía de toda suntuosidad.

Después de muchos acontecimientos pasó este Monasterio a ser mansión de los caballeros del Temple o templarios, orden militar y religiosa, fundada a principios del siglo XII por Hugo de Payens, y cuyo primitivo fin era cuidar de la seguridad de los caminos y defender a los peregrinos de los Santos Lugares contra los salteadores sarracenos. Sobre el motivo que llevó a los Templarios a habitar el Monasterio de San Miguel de la Coelleira, pudo deberse a la cruel persecución de que fueron objeto por el Rey de Francia, Felipe el Hermoso. También se ignora el motivo de su desaparición del monasterio años después, aunque García Dóriga cuenta que "una noche se oyó tocar a rebato la campana del monasterio y varios verdugos sin entrañas comenzaron a degollar los monjes que sufrieron el martirio con valor y resignación".
Quema de templarios en Francia.

Hay una leyenda que cuenta que de esta matanza se salvó uno de los monjes, el cual, vestido de paisano, se albergó en una casa de Vicedo, en el barrio de Baltar (situado al lado de la playa de Xilloi), y que aún hoy se conoce la casa donde se albergó como Casa do Paisano.
Playa Xilloi
También se dice que estos religiosos llevaron a la iglesia de San Román del Valle un cuadro de San Esteban, y que al crearse la parroquia de San Esteban del Val (actualmente de O Vicedo), debido a la gran veneración de que era objeto el santo, lo nombraron su patrón. Otra versión dice que una noche de gran tormenta apareció el santo en la playa de Xilloi, lo colocaron sobre un carro de bueyes que anduvo hasta el lugar donde se construyó la iglesia de San Esteban.
Según García Dóriga, años más tarde, "en las orillas del poético Landro, un noble perteneciente a la ilustre familia de Bernaldo de Quirós, señor de todos aquellos contornos y, bajo cuya dominación se había llevado a cabo la matanza de los monjes de la isla mencionada.
Y afirma la tradición, que, para descargar tal vez la conciencia agobiada por el crimen, el caballero ordenó que se escribiese esta cláusula en su testamento:
Dejo treinta y seis misas para bien de las almas de treinta y seis frailes que, por orden del Rey (Felipe el Hermoso) he mandado degollar en la isla de la Coelleira."

En 1489 el obispo Fabrique de Guzmán unió este monasterio al de San Martín de Mondoñedo, y en el s. XVI en una acta del cabildo de Mondoñedo aparece con el nombre de Coelleira, relacionado con la abundancia de conejos que hubo en la isla.
Posteriormente la isla fue cedida en arrendamiento a distintas personas, así en 1551 el Bachiller Gómez Dourado, canónigo de Mondoñedo y administrador de San Miguel, por escritura otorgada en Viveiro, dio en arrendamiento a Alonso Cordido, mercader de la villa "la mitad enteramente de la Isla de San Miguel de Coelleira con la mitad de los lugares, heredades, frutos y rentas a dicha mitad pertenecientes".

"Y en el mes de Junio de 1753, en la mesa del Cabildo de Mondoñedo, se remata en Manuel Vázquez, escribano de Viveiro, la renta de San Miguel de Coelleira, por cuatro años, en cantidad en cada uno de ellos de ciento y diez mil maravedís".

En el siglo pasado se utilizó esta isla para establecer en ella un faro que se encuentra en la parte más elevada de la isla, sobre una torre ligeramente cónica, situada en el centro de la fachada Norte de la casa de Torreros y sirve para balizar la ría de Vicedo; era catadrióptico, de luz fija verde, pero en 1926 se instaló en él un aparato de luz Aga y su alcance geométrico es de 19 millas.

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