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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Jorge Juan: La historia de un militar, científico y espía

Jorge Juan vino al mundo en la villa alicantina de Novelda el 5 de enero de 1.713. Concretamente, este futuro marino nació en una época en la que la Corona buscaba elevar el poder marítimo español.
Desde muy joven, Jorge Juan entró a formar parte de la Orden de Malta lo que, a los 16 años, le llevó a convertirse en el comendador de una pequeña villa aragonesa. Sin embargo, y a pesar de que se hizo un nombre combatiendo a tan tierna edad, el joven sabía que su futuro no se encontraba en otro lugar que en la mar.
«Jorge Juan trató de ingresar en la Academia de Guardias Marinas a los 16 años, pero tuvo que esperar seis meses debido a que no había vacantes. Sin embargo, por fin pudo incorporarse a la Real Armada y pronto adquirió fama de alumno aventajado, por lo que sus compañeros pasaron a llamarle “Euclides”. Además, como ya conocía toda la teoría debido a que había estado de oyente en las clases durante el tiempo de espera, pudo embarcar casi de inmediato».

Al poco de subir a bordo, Jorge Juan tuvo que enfrentarse en multitud de ocasiones a los corsarios berberiscos, lo que fue forjando su carácter como militar. En cambio, su primer acto de valor no lo viviría con la espada en la mano, sino en el buque «Castilla» donde, arriesgando su vida, trató de apagar un incendio que se había declarado a bordo.
Jorge Juan y Santacilia (1713 - 1773).


Una expedición para el recuerdo

A penas cinco años después de acabar sus estudios, Jorge Juan recibió su encargo más destacado. Concretamente, y junto a Antonio de Ulloa, debería acompañar a una expedición francesa a América del Sur para medir un arco de Meridiano bajo el Ecuador y así, de una vez por todas, calcular cual era el grado de achatamiento de la Tierra.

Curiosamente, el rey decidió encomendar el trabajo a estos veinteañeros, los cuales no contaban todavía con una graduación militar. «Para que no fueran inferiores a los franceses, se les ascendió a ambos a tenientes de navío, es decir, se saltaron tres empleos de golpe. Se repartieron los trabajos: Jorge Juan sería el matemático y Ulloa el naturalista».

En Quito, su destino, tuvieron que hacer frente a todo tipo de penurias para poder llevar a cabo sus mediciones junto a los franceses. Allí se les llamó “los caballeros del punto fijo”, pues los lugareños afirmaban que estaban buscando el punto exacto por donde pasaba el Ecuador. La expedición duró nada menos que 11 años, tras los cuales Jorge Juan llegó a ser reconocido como un destacado investigador en Francia.


Vuelta a España: espía al servicio de la Corona

No sucedió lo mismo en España, sus heroicidades tendieron a caer en el olvido. De hecho, tuvo que esperar algún tiempo hasta que le fue encomendado un nuevo trabajo: recabar en secreto toda la información que pudiera sobre la construcción de buques por parte de la Pérfida Albión y tratar de conseguir que especialistas navales del lugar viajaran a España para dar forma a una novedosa Armada.
En aquel viaje fue conocido de muchas formas. «Como Mr. Josues entró en contacto con los constructores ingleses, a los que les dio la posibilidad de trabajar en España ofreciéndoles unos contratos muy beneficiosos. (…) Fue numerosísima la cantidad de personal que aceptó la oferta, (…) entre 80 y 90 personas».. Con todo, la desgracia se cernió sobre él cuando su operación fue descubierta y tuvo que huir hacia España.

Carta original de Jorge Juan a Carlos III, poco antes de fallecer en 1773

A su regreso a España renovó la construcción naval con la reforma de los diques y arsenales de Cartagena, Cádiz y Ferrol y la implantación de un sistema propio de arquitectura naval. A su vez, en 1.572 el Rey le nombró director de la Academia de Guardiamarinas. Finalmente, llevó a cabo varias misiones como espía y embajador en Marruecos hasta su muerte a los 60 años.

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